Consigna:
Elegir una de las fotos que encontraron del archivo familiar/personal: Contar un cuento en el que la foto sea el testimonio de un secreto inconfesable.
El crimen de la mansión
La vida de Ana no es fácil, porque ser policía no es un trabajo fácil. A pesar de su labor tan demandante, siempre se las arregló para cumplir todas sus responsabilidades, estar presente en la vida de sus hijos y lidiar con un ex marido ausente.
Ana pensó que ese día seria como cualquier otro. Que se levantaría temprano en la mañana, se tomaría su café mirando por la ventana, llevaría a sus hijos al colegio y luego manejaría hasta el trabajo. Y así fue.
Cuando llegó a la estación de policías, escuchó el sonido de una televisión lejana, probablemente la de la sala de descanso. Un periodista conmemoraba los cinco años del crimen no resuelto de la mansión del fiscal. Ana no pudo evitar poner los ojos en blanco al escuchar a sus compañeros hablar del tema. Le indignaba que a ellos también, justamente siendo policías, ese robo les pareciera tan mítico y legendario. La idea de que los crímenes se romantizaran de esa manera le resultaba desagradable, creía que entorpecía a la justicia y que nublaba el criterio de la gente y de los profesionales.
El noticiero continuaba mostrando las imágenes que ella tantas veces había visto, la mansión por dentro y por fuera, las calles donde se encontraba, los vecinos dando testimonios. Socalos y conductores contaban la historia de una pareja de ancianos que habían hecho justicia por mano propia, y que jamas los habían encontrado.
Al finalizar su horario laboral, acomodó su escritorio y se despidió de sus compañeros. Había sido un día agotador para ella, pero de todas formas pensó en pasar por la casa de sus padres para ver como estaban, y porque su madre le había dicho que ya había terminado de tejer las bufandas para sus nietos unos días antes. Calculó si le daba el tiempo para la visita y para cocinar la cena a la noche. Cuando todo encajó a la perfección, tomó el primer taxi que pasó por Cabildo y se dirigió hacia Santa fe.
Cuando llegó sus padres habían abierto una botella de vino. "Estamos de festejo" se justificaron, pero Ana no les dio importancia ya que desde que se habían jubilado, unos años atrás, vivían sus días como si fueran los últimos. Y a ella no le parecía mal.
Ya se estaba haciendo la hora de que sus hijos llegaran de sus actividades asique decidió que era tiempo de irse, agarró los regalos que su madre había hecho con tanto cariño y se dirigió al hall de entrada. Se tomó un segundo para ver las fotos que adornaban la pared del pasillo, siempre le había parecido una tradición muy tierna de su parte. Pero esta vez algo le llamó la atención. Era una foto de su padre, no recordaba hace cuanto tiempo estaba ahí y al principio no reconoció donde era, supuso que como era tan lujosa debía ser de algún viaje.
En un segundo unió todas las piezas en su cabeza y se le heló la sangre. ¿Era real lo que estaba pensando? "No puede ser" intentó convencerse a si misma. Tomó la cartera que accidentalmente había dejado caer al piso y cerró la puerta a sus espaldas. Ana nunca hizo nada con respecto a lo que descubrió esa noche.